domingo, 4 de abril de 2010

MARTIROLOGIO

Cavilaba entre sus ruinas
en la basura de los desaciertos
esperando encontrar
un signo de reconciliación
con el destino de sus últimos
veinte años de naufragio
y tropezó con una lata de cerveza vacía
que le recordó a su padre muerto.
También había un Cristo enmohecido
desprendido de su cruz.
En el patético rostro
de una muñeca calva
dejó caer la última luz de su mirada
antes de rendirse al silencio
a la soledad
al abandono.
El vacío había inundado
sus bolsillos
y la desolación de lo que alguien
le dijo era el sentimiento
del amor
debilitó la escasa fuerza
de su voluntad mermada.

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