miércoles, 5 de septiembre de 2012

Luna

Ese poema debí haberlo escrito yo pero se me adelantó el poeta con esa prontitud de los que anhelan alcanzar la luna ¡la puta luna! de la que todos se enamoran de su luz que no le pertenece de su frialdad tan helada como un hielo: inodora, incolora, insípida ilusión vagando entre las páginas pusilánimes de los sabihondos del amor. Tú quieres alcanzarla y ver desde allá tu tierra, tu origen, pero yo te digo que allá la soledad tiene su imperio... es la vanidad de tu nostalgia la que te arrastra a la ausencia y ese poema que ni siquiera es mío. No, no es mío ese poema he pensado escribir mis versos en tu espalda pero tampoco es nuevo impulso alguien prostituyó también ese tatuaje con la lengua como el bebedor de tinto en el ombligo; no hay novedad que te sorprenda hay vértigo de versos reciclados hay suicidas lanzándose al vacío hay beatas ganándose un cielo inexistente un paraíso desierto y percudido por los sueños de los sueños de nuestra propia muerte. Y que conste te escribo desde la otra soledad la otra ausencia la otra maldición de los poetas moribundos la de la médula que habito en el ínfimo universo de mis cavilaciones.

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