A veces se pierde la fe y un arrebato de locura nos obliga a desconectar todo vínculo con la naturaleza de origen. La inmolación adquiere, entonces, sentido de purificación. OREJAS DE BURRO tuvo una época, un ciclo y un amor interrumpido a la palabra. Hoy renace, en la terquedad, el sueño y la esperanza, gracias a la flaca voluntad de una razón en la conciencia, que salva a las OREJAS del naufragio.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Luna
Ese poema debí haberlo escrito yo
pero se me adelantó el poeta
con esa prontitud de los que anhelan alcanzar la luna
¡la puta luna!
de la que todos se enamoran
de su luz que no le pertenece
de su frialdad tan helada como un hielo:
inodora, incolora, insípida ilusión
vagando entre las páginas pusilánimes
de los sabihondos del amor.
Tú quieres alcanzarla y ver desde allá tu tierra, tu origen,
pero yo te digo que allá la soledad tiene su imperio...
es la vanidad de tu nostalgia la que te arrastra a la ausencia
y ese poema que ni siquiera es mío.
No, no es mío ese poema
he pensado escribir mis versos en tu espalda
pero tampoco es nuevo impulso
alguien prostituyó también ese tatuaje con la lengua
como el bebedor de tinto en el ombligo;
no hay novedad que te sorprenda
hay vértigo de versos reciclados
hay suicidas lanzándose al vacío
hay beatas ganándose un cielo inexistente
un paraíso desierto y percudido
por los sueños de los sueños de nuestra propia muerte.
Y que conste
te escribo desde la otra soledad
la otra ausencia
la otra maldición de los poetas moribundos
la de la médula que habito
en el ínfimo universo de mis cavilaciones.
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