A veces se pierde la fe y un arrebato de locura nos obliga a desconectar todo vínculo con la naturaleza de origen. La inmolación adquiere, entonces, sentido de purificación. OREJAS DE BURRO tuvo una época, un ciclo y un amor interrumpido a la palabra. Hoy renace, en la terquedad, el sueño y la esperanza, gracias a la flaca voluntad de una razón en la conciencia, que salva a las OREJAS del naufragio.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Perdida
No, señora, no está conmigo,
está escondida en la bahía, devorada por los zancudos
de septiembre
resucitará al tercer día y multiplicará el vino de las botellas vacías
y usted podrá mirar su renacer.
Regresará cansada
con los pies hinchados
mitificando la peregrinación de Aztlán a Texcoco;
pero volverá a sus misteriosas citas de media semana
caminando con la sagacidad de Micaela
deslizándose por los laderas de un torso
cabalgando a pelo la pasión
y bailará en calzones o desnuda
como suele hacerlo
cuando la invade la locura de vivir sin restricciones.
Busque bien
en los recovecos de su mochila escolar
en los sueños dispersos de su almohada
en el aroma de los restos de su café
en el panfleto de la marcha de agosto
busque, señora, busque en la fiebre del primer frente frío
en las páginas subrayadas de sus libros
en sus besos y en sus orgasmos
en su risa
y si la encuentra, antes que yo,
no deje de avisarme.
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