Yo no robé el armiño ni arranqué el pan de la boca porque no acostumbro el vandalismo en asuntos tan apasionados. Me distingue la conquista de montañas y planicies sin perturbar el canto de los pájaros. Los daños a terceros son, si acaso, gajes del oficio y no meras intenciones. En el espectro de luz que se arquea bajo la lluvia, sólo tú, señor de las tinieblas, amo de la tenebra y el presagio, no tienes un lugar ni voz ni voto. Y mucho menos tendrás el beso compasivo de Helena. Tártaro rufián, conozco la prosapia de tu origen. Hurtaste un mechón dorado al sol y te sentiste tocado por la gloria. Tus días están contados, Masrud. No hay mesa para tres. Se acabaron las parrandas y el jolgorio. No más arrebatos. No más negras intenciones. Beberás la cicuta en tu café y volverás a tu lugar de origen. Hades te espera, o quizás, un pobre diablo.
Guillermo Berrones
No hay comentarios:
Publicar un comentario