martes, 11 de noviembre de 2008

POSTAL DE IRLANDA

El abuelo tiene las orejas grandes, escribió. En la abadía de Wicklow son las diez de la mañana y hace frío. El jardín donde acostumbra orar el padre Cadaval está glaseado por la nieve. Sus orejas son como las del abuelo, aunque las esconde del sarcasmo en su capucha monacal. Los mirlos buscan hormigas entre los copos y mueren congelados en su intento. Tengo entumecidas las manos y frío en donde dicen que habita el amor. No estoy en la noche de música extranjera donde ahora te hallas, pero escucho las guitarras de Rodrigo y Gabriela en el modular de mi celda. Te busco en la calamidad de los pulgones que asoman bajo mi cama. Quiero, y es un deseo vehemente, que miremos juntos el oleaje de este mar del norte que se rompe en estrépito de vidrios congelados. Ese vestido gris, el de la foto que me enviaste, te sienta bien. Firmó la postal y la depositó en el buzón.
Guillermo Berrones

1 comentario:

Ileana dijo...

Hermosas imágenes evocas en tu poema, vertiginoso y breve.