sábado, 1 de febrero de 2014

INFRAGANTI

Y dime, le preguntó, qué hacían sus manos bajo tu falda de escolar. Ella sonrió con su picardía de adolescente seductora. Seguían la perversión de su experiencia, dijo al tiempo que recordaba al fresno como un manto sagrado en la noche de luna nueva y a los autos, en ráfagas de luz sobre la espalda, haciendo largas sombras y embarrándolas en las paredes. Reímos a carcajadas, enloquecidos, sabiendo que podíamos ser sorprendidos por la policía. A esa hora, en un lugar como ese, "lo infraganti es inminente" les he oído decir. Y seguimos… ¿Lo hicieron? la interrumpió. Sí, dijo ella mordiéndose suavemente el labio inferior. ¿En plena calle? Sí, contestó inclinando la cabeza y planchando con sus manos los tablones de su falda. ¿Pero tú sabes que eso es una inmoralidad? La interrogó sentenciosa. Ya sé… habló firme y buscó la mirada de su interlocutora… tanto como lo que usted me pide que haga para poder salir de este lugar.

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